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Terapia cognitivo-conductual

Terapia cognitivo-conductual

La terapia cognitiva mantiene que existe una predisposición para el trastorno que consiste en elementos de vulnerabilidad cognitiva, preexistentes y relativamente estables.

La terapia cognitiva mantiene que existe una predisposición para el trastorno que consiste en elementos de vulnerabilidad cognitiva, preexistentes y relativamente estables. Estos elementos cognitivos de vulnerabilidad serían esquemas cognitivos negativos sobre uno mismo, el mundo y el futuro adquiridos, probablemente, durante la infancia a través de experiencias personales negativas, de la identificación con personas significativas o de la percepción de actitudes negativas de los otros. Los esquemas con contenido negativo constituyen la diátesis (predisposición) cognitiva en la teoría de Beck sobre la depresión.

Sin embargo, se considera que la existencia de este tipo de esquemas negativos no es suficiente para que aparezca la depresión, puesto que pueden permanecer latentes. Para que la depresión emerja, es necesario que dichos esquemas se activen al interactuar con experiencias negativas de la vida análogas a las inicialmente responsables de la formación de las actitudes negativas. Cuando tienen lugar esos acontecimientos aversivos, los esquemas negativos subyacentes se activan y surgen los pensamientos propios de la depresión y los sesgos cognitivos que facilitan un procesamiento de la información coherente con los contenidos del esquema activado. El modelo de diátesis – estrés sobre la depresión postula, en definitiva, que cuando las personas que manifiestan diátesis cognitiva se enfrentan con estímulos estresantes equivalentes a los que originaron el esquema, tienen más probabilidades de experimentar una reacción depresiva que aquellas que no manifiestan esta predisposición.

El modelo de diátesis – estrés sobre la depresión postula que, cuando las personas que manifiestan diátesis cognitiva se enfrentan con estímulos estresantes equivalentes a los que originaron el esquema, tienen más probabilidades de experimentar una reacción depresiva que aquellas que no manifiestan esta predisposición.

En la explicación del modelo cognitivo de la depresión, Beck hace hincapié en dos conceptos fundamentales: la tríada cognitiva negativa y las distorsiones cognitivas.

La tríada cognitiva negativa se refiere a actitudes y creencias que inducen al individuo a percibir el mundo, el futuro y a sí mismo de forma negativa. La visión negativa del mundo provoca que el individuo perciba las demandas del medio como excesivas o llenas de obstáculos insuperables, y considere por tanto, que el mundo está desprovisto de interés, gratificaciones o alegrías. La visión negativa del futuro proviene de la convicción de que ningún aspecto negativo que perciba o experimente en el presente podrá modificarse en el futuro a no ser para aumentar las dificultades o el sufrimiento; su resultado es la desesperanza del individuo. La visión negativa de sí mismo, por último, hace que el individuo se perciba como inadecuado, incompetente y desgraciado.

Según el modelo de Beck, de estos tres patrones cognitivos negativos se derivan los distintos síntomas afectivos, conductuales y emocionales que suelen aparecer en los sujetos con depresión: fatiga, pasividad, indecisión, falta de energía, dependencia, falta de motivación, ideas de suicidio, etc. Esta sintomatología sirve, a su vez, para confirmar y reforzar los pensamientos asociados a la tríada cognitiva.

Las distorsiones cognitivas hacen referencia a los errores en el procesamiento de la información que los individuos depresivos cometen producto de los esquemas cognitivos negativos activados. Estas distorsiones tienen una doble función: 1) facilitan los sesgos que se producen a la hora de percibir el medio, es decir, tienen el efecto de cambiar lo que podría ser un acontecimiento ambiguo o inocuo, en uno que se experimenta como negativo, y 2) mantienen la validez de las creencias negativas del depresivo acerca de sí mismo, el mundo y el futuro.

Las distorsiones cognitivas hacen referencia a los errores en el procesamiento de la información que los individuos depresivos cometen producto de los esquemas cognitivos negativos activados.

Entre las distorsiones cognitivas más frecuentes en sujetos depresivos se encuentran las siguientes:

  1. Inferencia arbitraria. Proceso de llegar a una conclusión sin evidencia que la apoye o con evidencia contraria a la conclusión. Ejemplo: un amigo no me ha saludado al cruzarse conmigo, seguro que está enfadado conmigo.
  2. Abstracción selectiva. Valoración de una experiencia centrándose en un detalle específico extraído fuera de su contexto e ignorando otros elementos más relevantes de la situación. Ejemplo: fijarse en que la nariz está algo torcida cuando alguien es muy guapo y buena persona.
  3. Generalización excesiva. Proceso de extraer una conclusión o elaborar una regla general a partir de uno o varios hechos aislados y aplicarla tanto a situaciones relacionadas con el hecho en cuestión como no relacionadas. Ejemplo: no he conseguido una erección, nunca lo lograré.
  4. Magnificación y minimización. Errores cometidos al evaluar la magnitud o la significación de un acontecimiento aumentando o disminuyendo su significación. Por ejemplo, magnificar lo negativo y minimizar lo positivo, mis aciertos no son importantes, mis errores son garrafales.
  5. Personalización. Tendencia y facilidad para atribuirse sucesos externos sin base firme para realizar esta conexión. Por ejemplo, él bosteza porque le aburro.
  6. Pensamiento absolutista o dicotómico. Tendencia a clasificar todas las experiencias en una o dos categorías opuestas, seleccionando las categorías del extremo negativo para describirse a sí mismo. Por ejemplo: Está perfecto, es un desastre. Soy torpe, soy el más listo. Sin ti no soy nada.

 

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